El Origen del Pulp – Volumen I

El Origen del Pulp – Volumen I


En las profundidades de los quioscos del siglo XX, entre el olor a tinta barata y papel áspero, nació un fenómeno que cambiaría para siempre la imaginación popular: el pulp. Su nombre proviene de la pulpa de madera con la que se imprimían revistas de bajo coste, pero su verdadero valor estaba en lo que contenían: aventuras imposibles, monstruos, héroes enmascarados y ciencia ficción salvaje.

Todo comenzó en 1896 con Argosy, la primera revista dedicada exclusivamente a la ficción narrativa. Su éxito abrió las puertas a un universo febril de relatos que invadieron los quioscos y las mentes de millones. Las cubiertas, saturadas de color, prometían emociones fuertes: damiselas en apuros, científicos locos, criaturas de otros mundos. Aquellas imágenes eran puro magnetismo visual, el germen de lo que hoy reconocemos como estética pulp.

El pulp no fue solo literatura barata; fue el laboratorio donde se forjó la cultura pop moderna. De sus páginas surgieron los cimientos del cómic, el cine de aventuras, la ciencia ficción cinematográfica y el terror cósmico. Sin esas revistas rugosas, quizás nunca habríamos tenido a Lovecraft, a Conan, ni a los superhéroes que hoy pueblan nuestras pantallas.

Más que un género, el pulp fue una forma de mirar el mundo: con exceso, con color, con descaro.

Imagen de la revista Argossy, abril de 1906.

 

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